OBJETIVO LA TIERRA


Despertás en una ciudad desierta. No hay autos. No hay gente. Solo… silencio. Salís, confundido, y te cruzás con otro sobreviviente. Juntos, comienzan a buscar respuestas. Y entonces… lo descubren: ¡La Tierra ha sido invadida! ¿Los responsables? Robots. ¿Desde dónde? ¡Venus! Pero no son los Terminators que esperabas...

Así con esta premisa insólita, bizarra y un solo robot invasor que más que miedo da risa (ponele) El PELADO Investiga, les presento: “Objetivo: la Tierra”


LA TRAMA DE LA PELÍCULA
Tras ingerir una fuerte dosis de somníferos, Nora despierta en la habitación de un hotel y descubre que la ciudad está completamente desierta. Deambula por las calles vacías hasta toparse con Frank, un hombre que sigue aturdido tras haber sido asaltado la noche anterior. Juntos comienzan a buscar más señales de vida y pronto dan con otros supervivientes: Jim Wilson y Vicki Harris, una pareja que se quedó dormida durante la evacuación después de una noche de fiesta.

Mientras intentan averiguar qué ha ocurrido, el grupo se topa con la verdadera amenaza: un gigantesco robot proveniente de Venus que dispara rayos letales desde su único visor y cuya armadura parece impenetrable.

Aterrados, los cuatro se refugian en un hotel abandonado. Allí descubren que, al norte de la ciudad, los invasores han establecido su base para lanzar una ofensiva masiva de robots venusianos.

ANÁLISIS PSICOLÓGICO Y CONTEXTO DE LA ÉPOCA
En la ciencia ficción de los años cincuenta dominaron dos temores muy concretos: la bomba atómica y la posibilidad real de un enfrentamiento con la Unión Soviética. Esos miedos, demasiado crudos para mostrarse de forma directa, se disfrazaron en decenas de producciones de serie B pobladas de monstruos mutantes e invasiones alienígenas, auténticas alegorías del áspero clima que vivían los estadounidenses en los inicios de la Guerra Fría.

Para comprender apropiadamente filmes como “Objetivo: la Tierra” hay que situarse en su contexto histórico. Esto implica viajar mentalmente al Estados Unidos de los años cincuenta, una sociedad atrapada entre el pánico nuclear —alimentado por pruebas de bombas y simulacros escolares de “agáchate y cúbrete”— y una creciente fascinación‑temor por los extraterrestres.

A ello se sumaba el impacto cultural de “La guerra de los mundos” de H. G. Wells, y sobre todo, la célebre emisión radiofónica de “Orson Welles” en 1938, que todavía resonaba como ejemplo de lo fácil que era encender el miedo colectivo. Bajo esa sombra nació un cine que canalizaba, a su manera, el doble temor de la era: la destrucción atómica y el “otro” invasor que podía llegar del cielo en cualquier momento.

LA NATURALEZA DE LA PELÍCULA
El año 1954 fue clave para el género: se estrenaron clásicos como “El Monstruo de la Laguna Negra” y “¡Ellos!”, pero también hubo propuestas de bajo presupuesto y tono camp, como “Asesinos del espacio” o “La Diabla de Marte”. En medio de estos extremos, quedaron películas que ni alcanzaron el estatus de clásico ni se volvieron de culto, y que hoy están casi olvidadas. “Objetivo: la Tierra” es una de esas producciones independientes y económicas que, aunque limitada por falta de tiempo, presupuesto y mejores guionistas, tiene un potencial inexplorado que invita a quererla más de lo que realmente logra.

La película arranca de forma sorprendente, casi como cine de arte. Seguimos a Nora despertando sola en una habitación de hotel y recorriendo unas calles vacías que deberían ser Chicago, aunque nunca se menciona directamente. Estas escenas fueron filmadas en Los Ángeles a primera hora, antes del tránsito, en un rodaje tipo guerrilla con un equipo reducido y sin permisos.

Una de las particularidades de “Objetivo: la Tierra” es cómo presenta la invasión alienígena desde un punto de vista militar coherente, pero sin perder la mirada hacia las víctimas. No hay héroes tradicionales ni científicos sabelotodo; solo personas comunes intentando entender y sobrevivir a una situación que las supera.

LO QUE FUNCIONÓ Y LO QUE NO
Sí, la película tiene mucho diálogo y poca acción, pero dentro de su categoría funciona y es incluso recomendable. Su enfoque minimalista en la invasión, con pocos decorados y una única ciudad, transforma el relato en un thriller psicológico. Si no fuera por las escenas militares, se podría pensar que los protagonistas están en un limbo. Todos han quedado inconscientes durante la evacuación, cada uno por razones dramáticas: un loco escapando de la cárcel, un vendedor golpeado brutalmente, una joven tras un intento de suicidio. Este recurso narrativo se repite en otras películas apocalípticas como “En la playa” y “El mundo, la carne y el diablo” (ambas de 1959).

La película no es mala, de hecho, la primera media hora es bastante buena, y los primeros diez minutos están entre los momentos más inquietantes de cualquier película de ciencia ficción de los años cincuenta. Sin embargo, los últimos 20 minutos se centran en una absurda situación de rehenes que, aunque forma parte del libro original, pierde sentido en la película debido a cómo se manejan los personajes y la historia.

Esa atmósfera tensa e inquietante se mantiene durante un buen rato, pero empieza a desmoronarse con la aparición de Jim y Vicki, personajes demasiado caricaturescos para tomarlos en serio. Se derrumba por completo a mitad de la película con la primera aparición del robot de baja calidad y las escenas militares y científicas, filmadas con un presupuesto muy limitado, que explican la trama.

Lamentablemente, la película no profundiza en el tema del mundo vacío tan bien como podría. Muchas de las reflexiones de los personajes resultan insulsas y vacías, con diálogos que parecen más apropiados para una novela policial que para una película post apocalíptica.

EL ACTOR PROTAGONICO
El fracaso de la película no recae en su elenco. Al frente está Richard Denning en el papel de Frank, uno de los actores más identificados con la ciencia ficción de los años cincuenta. Denning aporta naturalidad y credibilidad a este playboy con brújula moral y una buena dosis de valentía. Vale la pena recordar que Denning ya había dejado su huella en títulos como “El Escorpión Negro” y “El Monstruo de la Laguna Negra”, reforzando su lugar como rostro familiar del género.

EL ANTANGONISTA
La primera vez que vemos a los robots —solo una sombra gigante recortada en la fachada de un edificio de varias plantas— resulta, en efecto, muy impactante. Por desgracia, a los treinta minutos, “Objetivo: la Tierra”, se desploma: el temido invasor no es más que un tipo embutido en un traje tosco, con piernas de acordeón, brazos con manos de gancho, que dispara rayos de luz mal expuestos. Y aunque se nos habla de una fuerza alienígena abrumadora, el presupuesto era tan pobre que solo se fabricó y se muestra un único robot en toda la película.

Ahora bien, el nuestro no ostenta el título de “peor robot de la historia”. Ese galardón podría recaer en las figuras con sombrero de “El imperio fantasma” (1935), creadas originalmente para el número musical eliminado de “Dancing Lady” (1933) de Joan Crawford, donde parecían más bien utilería teatral mal confeccionada.

Aun así, el autómata de “Objetivo: la Tierra” debe de ser uno de los diseños más baratos que se vieron en el Hollywood de los cincuenta. Literalmente luce como algo que el padre de un niño ensambló en su garaje. Ese único traje debía representar a todo un imponente ejército de robots invasores.

Los robots “indestructibles”, con su mortífera visión térmica, buscan evocar a “Gort” de “El día que la Tierra se detuvo” (1951), (pone algunas escenas de este icónico robot). Nos enteramos de que los alienígenas son robots controlados a distancia desde Venus, pero jamás vemos más de uno, y ni siquiera intentan simular que haya más.

Con un poco más de dinero —y de imaginación— en el diseño, quizá hubiera resultado imponente; al final, lo único que provoca es lástima al verlo trepar trabajosamente las escaleras mientras persigue a nuestros protagonistas.

EPÍLOGO Y CALIFICACIÓN
“Objetivo: la Tierra” podría haber sido una de esas. Y, sin embargo, no lo fue del todo. Algunos fanáticos —pocos, pero firmes— la consideran hoy (se viene Mago, toma nota), un “clásico de culto”. Y sí, puede que ese culto sea pequeño, pero incluso así, yo creo que se lo merece.

Más que nada, esta película es frustrante porque tenía los ingredientes necesarios para convertirse en una gran película de ciencia ficción. Si hubiese estado mejor escrita, si se le hubiera dado un poco más de pulido, probablemente hoy estaríamos hablando de una obra destacada dentro de ese panorama de ciencia ficción juvenil que Hollywood producía a mediados de los años 50. Algo que podría haber estado a la altura de “La invasión de los ladrones de cuerpos”, que se estrenaría recién dos años después.

Mi calificación para “Objetivo: la Tierra” es un 8 (ocho) PELADO Investiga.

Le he dado este puntaje, porque la historia daba para mucho más, si se le hubiera puesto un poco más de producción, porque a pesar de sus carencias, de sus limitaciones técnicas, de sus titubeos narrativos… esta es una película que sobrevive. Sobrevive al paso del tiempo, sobrevive al olvido, y sobrevive en la memoria de aquellos que supieron ver, aunque sea por un instante, el potencial que tuvo y que casi alcanza.

Ficha Técnica
→ Fecha Estreno: 1954
→ Título: Target Earth
→ Duración: 75 minutos
→ País: Estados Unidos
→ Dirección: Sherman A. Rose
→ Actor icónico: Richard Denning (El día del fin del mundo; El Escorpión Negro; El Monstruo de la Laguna Negra))
→ Género: Ciencia ficción; Serie B






El PELADO Investiga

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